Cuando la gente se siente sola, o cuando empieza a perder su origen; cuando hay dudas o cuando se está perdido en algo, con alguien, lo que se suele hacer es escribir. Todos hemos tenido algo parecido a un diario. En estos días el diario de papel supongo que se usará poco porque existen los blogs y todas estas cosas. El candado supongo que será el hecho de estar dentro de un mar de blogs donde el hecho de leerlo es más un hecho fortuito que intencionado...
Llevo unos días sin poder dormir. Me cuesta dormir porque no dejo de pensar en lo que estamos haciendo. No se me quita de la cabeza el despertar. He dejado incluso de lado entre semana a mis niños de Doscientas setenta butacas, y ya siento las ganas de volver y ponerme con ellos como antes.
No puedo dormir y uso esto como diario, medio personal, medio de trabajo. Aunque al fin y al cabo, nuestro diario personal es el mismo que nuestro diario de trabajo. No puedo dormir porque me ha inestabilizado algo que ha sucedido. Eso sí que se queda para el diario con candado.
"No deberíais jugar así con el engaño."
¿Es bueno relacionarse tanto con un personaje? Es cierto que a la hora de ensayar es bastante más eficaz. Pienso continuamente en Mauricio e intento relacionarlo con mi vida. A diferencia de los dos primeros cursos, me siento con cosas que contar en escena cada vez que he salido. Pero por otro lado, cuando no pienso en él, a veces es él el que quiere pensar en mí, y a mi no me apetece, pero tenemos que volver a conectarnos y a hacernos daño. Estamos llegando a un acuerdo, pero se han juntado dos egoístas, personaje y actor y no sé hasta dónde vamos a llegar, porque ninguno de los dos quiere ceder.
"¡A los vivos como tales, no se les puede compadecer!"
Empiezo a sentirme como Tara en "United States of Tara". Y quiero llegar a ser un David Brent, pero va a costar ser ese maravilloso extra. Caminar con Fonseca en la playa de mi 23 cumpleaños, y que Ana juegue conmigo a Marylin. Y quiero gritar, gritar, Ilse, Ilse...
Esto, de verdad os digo me resta fuerzas. Le he puesto mucho, le he dado mucho al personaje, a la obra, millones de martillazos, y estará siempre en mi mente, grabado a fuego. Marcado por el despertar. Por primera vez en estos cuatro años he sido capaz de destilar los momentos felices de este proceso excepto en dos ocasiones, donde reafirmo lo que se lleva construyendo en mi mente desde hace un tiempo.
Pero estoy orgulloso de lo que ha sido hasta ahora.
Quedan tres semanas y no puedo dormir. Por mi, que se haga mañana, porque ya me está empezando a afectar.
Estoy harto de tener que elegir las palabras exactas en cada momento. Ojalá llegue el día que no tenga miedo a nada, que no me importen las repercusiones, ni a mí, ni a ninguno, y seamos libres de decir lo que queramos a quien queramos, sin miedo a que la guillotina caiga, sin miedo a ser castigados.Sin que pensemos que lo estamos haciendo mal, porque se nos ha enseñado que eso es hacerlo mal. Es entonces cuando empezará el verdadero arte. Porque seremos valientes, nos atreveremos, arriesgaremos y nos equivocaremos, pero asumiremos el error, en vez de obsesionarnos con él, y lapidarnos, en vez de ser los mártires en los que nos convertimos cuando se nos dice que no estábamos en la escena. Cuando asumamos, cuando entendamos que esto es un juego (en el que hay unas reglas, pero al fin y al cabo un juego), entonces seremos otra vez niños.
De eso habla la Obra. ¿Por qué hemos hablado tan poco de lo que habla la obra? Y podréis decir: "Hemos hablado mucho", y seguramente sea verdad. Pero tengo la sensación de que no lo suficiente.
De eso habla la obra: los personajes están en un entorno en el que tienen que elegir las palabras exactas para evitar las repercusiones. Son hamsters encerrados en un laberinto en el que el camino erróneo se castiga con un choque eléctrico. Hay quién se da de cabezazos cntra la electricidad y hay quien busca otras salidas...
Pero no os penséis que esto es una cosita del XIX. Para mi no. Creo que no es nada diferente a lo que nos rodea. Absolutamente todo lo que nos rodea está regido por normas que si lopiensas castran nuestra individualidad. Nuestra educación, desde pequeños, ha sido inquisidora. Si a un niño se le pide pintar un árbol y lo pinta morado se le dice mal: porque los árboles son verdes y marrones. Y punto.
Si un alumno mío pintara un árbol morado, le preguntaría por qué lo ha pintado morado. Y escucharía su respuesta. Y luego le preguntaría si quiere que yo sepa que es un árbol. Y luego a lo mejor le pediría que me dijese cómo hace que yo entienda que es un árbol... Pero jamás le diría cómo pintar ese árbol. Ésto lo veo tan claro, que me asusta.
Tampoco el miedo, el hacer sentir que se ha decepcionado, que se ha fracasado son métodos educativos que conlleven un éxito rotundo. Esto es lo que hacen sentir a Mauricio. Y esto está muy lejos de lo que debería ser la educación...
Gogo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario